(De las pocas lecciones de escritura que alguna vez me dieron, estaba la que “sugería” no pelearse con el h. lector. Si es cierta, esté artículo lo van a leer 2 personas porque hoy si voy a mentar madres en contra de todos.)
Si le hubiera hecho caso a mi mamá y abocádome a las clases de francés en las que tanto insistió durante mi adolescencia hoy podría yo llamar mamonamente a este texto “J’Accuse”.
Pero no le hice caso (a qué me dedicaba yo en esas horas que mi mamá pensaba que estaba yo tomando clases en La Alianza Francesa, es harina de otro texto…).
Hoy no tengo el francés para sonar sofisticada pero tengo el otro francés, el de las palabras altisonantes, para explicarles mi enojo y mi preocupación.
Y ojo, no, yo no estoy para acusar a nadie. Ni tengo la estatura moral ni soy juez de nadie. He cometido pecados que me ganarían un lugar en cada uno de los diez círculos del infierno. (Sí, sé que en el infierno de Dante son nueve pero estoy segura que por ahí cometí algún desgarriate que merece su propio círculo.)
Es por mi preocupación por México, por el deterioro en el que estamos y, más aún, por el deterioro que viene, que me tomo la libertad para alzar la voz y apuntar el dedo.
Verán en los últimos meses desde que estoy apoyando a Somos México (un nuevo partido político que quiere dar frente a la debacle de Morena) me he dado cuenta de la incongruencia de los ciudadanos; de nuestra apatía, de nuestra hueva; de como vemos la tempestad y no nos hincamos, vaya ni siquiera nos cubrimos. De cómo nos hemos acostumbrado como rana en agua hirviendo al horror social, político y de violencia que se vive en este país.
Me ha dado cuenta de como pensamos que el postear en redes sociales es la manera en que se cambia al país. De como nos da flojera salir de los espacios cómodos; de como nuestra preocupación (uyyyyy lloro por la democracia en México y por el futuro de mis hijos) no se traduce en acciones. Quizá sencillas pero contundentes y constantes.
Y no marchar no es suficiente. Es increíble pero no es suficiente.
De como somos pinchemente cobardes ante el régimen (perdón mi frances), de como vemos al país caerse y no hacemos nada.
Somos como el proverbial señor de redes sociales que ve como el niño cae a la jaula del león y en vez de saltar a ayudarlo sigue filmando con su celular para luego postearlo en redes y tener millones de likes.
Estamos cayendo en las fauces del león y viéndolo desde nuestras pantallas
Decimos que estamos preocupados por la democracia y no estamos dispuestos a hacer absolutamente nada que la proteja.
Yo acuso a los ciudadanos mediocres. Y no, no somos todos pero sí somos la inmensa mayoría los que estamos cruzados de brazos.
Yo acuso a los grandes empresarios que son cómplices de la debacle. Que se quedan callados. Que, quizá, no son acarreados por tortas y frutsis, pero sí por contratos y privilegios con el gobiernos en turno. Para quienes la convicción democrática es una simple pantomima que esconde la convicción del beneficio personal. Y ojo, entiendo perfecto la responsabilidad del empresariado con sus empleados, accionistas pero no mamen (así mi francés) ¿el fin justifica los medios?
Yo acuso a los empresarios y a los gremios que ponen de pretexto el miedo de enfrentarse al gobierno (y ojo, entiendo que este gobierno es, sin duda, voraz y vengativo, en su terrorismo fiscal, mañanero y legal. ¿Están dispuestos a ver el país caer y creen que la mierda no los va a salpicar?
Yo acuso al empresariado que le da miedo apoyar, con dinero y recursos, a la formación de una democracia (porque ser oposición cuesta sobre todo cuando el gobierno pelea con los guantes atiborrados de billetes) por que le da miedo arriesgarse. Cuando no se dan cuenta que están generando una profecía auto cumplida: Es muy riesgoso invertir en construir una democracia, no la apoyo y, con esto, se genera un país más riesgoso para TODOS.
Yo Acuso, yo me acuso, porque con ese mismo dedo con el que señalo a los demás, me señalo a mi. Porque sé que con ese mismo dedo que señalo, se levanta el brazo para empezar a actuar.
Como siempre, excelente artículo, que alza la voz que, como bien lo dices, nadie se atreve a hacerlo. Lo único que sí quisiera comentar es que a mí parecer, los empresarios, son indispensables par el desarrollo del país, y que son unos cuantos, más o menos el 1% de los empresarios que se podrían considerar grandes empresas y que se aprovechan de los contratos que obtienen del gobierno. La realidad mexicana es que los pequeños y medianos empresarios, proporciona el 84% de los empleos en este país y me parece importante mencionar que AMLO, los dejó abandonados, cuando dijo, durante la pandemia "que se rasquen son sus propias uñas" precisamente porque él piensa que todos los empresarios son como Slim o Salinas Pliego.
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