Querida Claudia Sheinbaum:
Empiezo por decirle algo: No voté por usted y trabaje arduamente para que no fuera electa.
Teniendo eso claro y abierto, le ofrezco una adenda: Lo que más deseo es que usted tenga una presidencia exitosa.
No popular, exitosa.
No aplaudida, exitosa.
Y si en cualquier cosa puedo ayudar para que esto sea, estoy a tus órdenes. Porque el que a usted le vaya bien, implica que le vaya bien a México.
Ese México que está no en los discursos sacarinizados, o en los anuncios del radio o en los cartelones políticos (en donde todo parece medianamente lindo y manejable) sino el México real.
Ese México que tanto nos duele.
Independientemente del diagnóstico tan disímil que tenemos, creo que a ambas (y a todos los ciudadanos) nos duele México. Duele por estar tan lleno de muerte. Tan lleno de corrupción. Tan desigual. Tan falto de oportunidades para todos.
Querida Presidenta, me imagino que su lista de pendientes (si es usted como yo, seguro tienes un lista de pendientes por escrito en su celular o en su computadora o en un cuaderno) es kilométrica ¿Por dónde empezar? ¿Qué priorizar? ¿Hay el dinero suficiente? ¿Quienes tienen la capacidad de ejecutar?
No la envidio ni tantito. Se ganó la rifa del tigre: El reto de gobernar a México y sentar las bases para un desarrollo tan anhelado, tan prometido y tan negado, es enorme.
Escribí, al principio de esta carta, de tener una “presidencia exitosa y no de una presidencia popular o aplaudida” porque son cosas diametralmente distintas. El verdadero éxito que necesita este país no necesariamente va a ser aplaudido. Me explico.
Alguna vez me dijeron que las decisiones políticas son solamente de dos tipos: Las pinches y las que no sirven para nada. Las pinches son las decisiones correctas aun cuando (o precisamente porque) no sean populacheras y agradaatodos. Implican diagnósticos crudos, técnicos e inteligentes y decisiones que, quizá, se contrapongan con las promesas de campaña, con la fácil de prometer. Implican pensar en el mediano y largo plazo. Toda decisión implica Activos y Pasivos.
Las otras, las decisiones populacheras son simplemente un paliativo electorero. No sirven para nada.
Voy a citar a dos grandes ídolos que estoy segura nunca pensó usted leer en el mismo párrafo. Vicente Fernandez y El Hombre Araña (disculpe, Presidenta, hago comparaciones raras).
Bien cantaba el Charro de Huentitán: “q “mi palabra es la ley” Y hoy la suya lo es.
Sin contrapesos en el poder legislativo y, muy probablemente tampoco en el judicial, usted puede hacer lo que quiera (siguiendo las formas, obviamente). No hay reforma ni cambio que, por lo menos en los próximos tres años, pueda ser frenado. Voy derecho, no me quito si me pegan me desquito.
Y aquí entra, a colación, el Hombre Araña: Un gran poder implica una gran responsabilidad.
Y la principal característica de una demócrata (que me imagino usted es) es escuchar y tomar en cuenta todas las opiniones.
Y no, no “escuchar” en forma de simposios y encuentros (que sabemos son fachada) sino de manera real. Escuchar la crítica con tanto interés como escucha las alabanzas. O con más. Es de la crítica de donde se aprende. La crítica no es complot en su contra.
Oír a la Oposición (por minúscula y criticable que sea) y a la Sociedad Cilvil (qué es lo mejor que tiene México) aun cuando no necesite técnicamente hacerlo.
Muchas veces me da la impresión que algunas de las grandes decisiones políticas que se están tomando, y la actitud de los senadores y diputados que las van a votar, es de revanchismo político, Es de lero lero nosotros tenemos el poder, ahora se joden sin pensar (o siquiera leer) lo que se está votando y sus implicaciones.
Y sí, México es un país enormemente desigual y sí, entiendo la polarización y sí, entiendo la sed de sangre pero no a costa de las decisiones que son las correctas para el país.
Aun cuando hoy tengan el sartén bajo el mango necesitamos todos (e incluso tu, por la operatividad de tu gobierno y de tu legado y por el bien de México) cimentar la democracia. Esa democracia, la que con todos sus bemoles y tambaleos es “el peor sistema de gobierno… exceptuando a todos los demás”. Esa democracia, la de separación de poderes, la de institucionalidad, la de rendición de cuentas, la del respeto total (y me refiero a total) a la prensa, la de políticos técnicamente capaces y la de diálogo.
Querida Presidenta, tampoco envidio el bagaje de luchas internas que va a tener que librar. Hoy su propio partido está plagado de personas que ya están posicionándose para ser el/la próximo presidente de México y ellos van a buscar el aplauso fácil y clientelar (que después se transforme en votos), quizá saboteando el éxito de su gobierno.
Y ojo, ojo, ojo no es que la oposición esté formada por estadistas, está llena de personas impresentables. Pero, las luchas de poder entre los aspirantes internos de Morena en vías a ser el/la próximo presidente, van a estirar la liga a acciones, incluso más, populistas… a costa de usted y a costa del país.
Le pido, le pido, le pido no buscar ser una presidenta popular que busque aplanar el camino para que su partido logre ganar las elecciones de dentro seis años, sino una presidencia exitosa para lo que México requiere el día de hoy.
En vez de buscar la popularidad, busque dejar un legado de democracia.
Con todo mi apoyo,
Adina Chelminsky
Suscribo, sólo una precisión: que le vaya bien a la presidenta no implica que le vaya bien a México.
Al presidente actual, a su familia cercana y extendida, a sus amigos y compadres les ha ido requetebien en este sexenio; pero a nuestro México lo ha dejado en un estado lamentable.
Uy Adina. Pides imposibles. Estás hablando con una persona totalmente adicta a López Obrador. Un títere que no se va a salir ni tantito del guión que le presenten
Y si estamos tratando con gente ignorante que con tantito poder se sienten archipoderosos. Se sienten Dios y a los que les valemos en pocas palabras MADRES y que no van a dudar ni tantito en aplicarnos la tuerca. Ya lo están demostrando.