Decir “Buenos Días”
Entre los hombres como entre las naciones el respeto al derecho ajeno (y la democracia) empiezan por saludar.
Proselitismo político, que le llaman.
Inicio de las campañas electorales, que le llaman.
En donde todos los candidatos, a todos los puestos, de todos los partidos, empiezan a invitar a todos los líderes de opinión (no se por qué me invitan) para viralizar todos sus mensajes.
He ido a varios.
Derecha. Izquierda. Charios. Fifis. A favor. En contra. Guindas. Azules y Naranjas. Todos tienen un rasgo detestable en común que no tiene nada que ver con su diagnóstico de los problemas y propuesta de soluciones y que hace muy evidente una de las razones de porque estamos como estamos. Es un asunto minúsculo pero, como diría Cantinflas, “Ahiiiiii está el detalle”.
En todos los eventos hablan la crema y nata representativa de cada corriente (más bien es como leche cortada, pero ese es otro tema).
En todos, los asistentes son las personas más proactiva de cada corriente, agentes de cambio que les llaman.
En todas se hablan de decenas de cosas que se necesitan en México para resolver los problemas que nos aquejan.
Los discursos no pueden ser más disímiles. Unos hablaban de cambiar el sentido, otros de meter el acelerador. Unos sólo dan vueltas en redondo.
Eventos diametralmente opuestos hasta el momento en que acaban los discursos y los asistentes (los convocados y arriba firmantes) se empieza ir a sus casa/trabajos.
Y ahí está el detalle.
Nadie, ninguna persona se despide, agradece, es más, ni siquiera voltea a ver a la gente de servicio que ahí está. A los “polis”, a los hombre y mujeres de intendencia o limpieza que barren y recogen la basura, a las mujer que limpia el baño, a los que reparten agua, a los edecanes, a los taxistas-ubers que los recogen.
Nadie. A ninguno. Pareciera que son entes invisibles.
Y, ojo, no es que no se despidan entre ellos. Con beso en la mejilla, mujer-mujer / hombre-mujer, o con un fuerte apretón de manos y palmadita en la espalda, hombre-hombre. La despedida de rigor, siempre y cuando del que se despiden es de “su nivel”, sin existir el más mínimo reconocimiento de la existencia de la gente que, parada a 20 cm, es percibida como “de servicio”. Y no, no me refiero a ir abrazando a todos. Pero el simple detalle de dar las gracias. De verlos a los ojos. De decir Hola y Adiós.
No es algo que me sorprenda. Es un fenómeno tan cotidiano que se ha vuelto normal. En México los modales-de-Carreño son selectivos. El decir buenos días depende de la pirámide social. Esta invisibilidad es tan normal que las personas de limpieza ni siquiera esperan ser reconocidas en el saludo; es más, se sorprenden cuando alguien los incluye.
No me llama la atención el hecho en sí, lo que me llama la atención es el contexto: Estamos en eventos cuyo eje rector, rollo que le dicen, es cómo tienen la clave mejorar México.
Se habla incansablemente de planteamientos sofisticados sobre la polarización y la necesidad de equidad y, aun así, en la práctica a nadie se le ocurre la simple y sencilla noción de siquiera dignificar la presencia de aquellos con los que están polarizados y que no tienen igualdad y que estabán a 1 metro de distancia.
¿Cómo chingados podemos hablar de un país macroeconómicamente más justo si en lo micro no tenemos dos segundos para reconocer la presencia de aquellos que buscamos ayudar?
Y no, no es sólo de aquellos que viven en la cúspide de la pirámide del privilegio. En México falta subirse a un ladrillo para que aquellos que están medio ladrillo abajo se vuelvan inconsecuentes y los que están aún más abajo se vuelvan invisibles,
Y si, los problemas que nos aquejan son mucho más complejos que el “buenos días / gracias”.
O no.
Porque la misma invisibilidad cotidiana es la que permea las políticas públicas y la responsabilidad y acciones que cada uno de nosotros tiene que asumir para construir un mejor país.
¿Cómo pretendemos resolver los complicadísimos problemas de México, que van a exigir enorme trabajo y tiempo, si ni siquiera podemos hacer lo más simple y cotidiano (y que toma no más de 5 segundos): dignificar la presencia de todas las personas y tener la más mínima y básica educación de convivencia social?
Decían las abuelas que “el saludo es para Dios”… creo yo, más bien, que el saludo es para construir democracia.
Entre los hombres como entre las naciones el respeto al derecho ajeno empieza por saludar.
Helloo
Así es se nos ha olvidado el buenos días , gracias , porfavor y el denada
Hola buenas tardes
Yo conocí en los 70’s a la Sra María Esther Echeverría y ella siempre antes de retirarse de una comida o reunión pasaba a la cocina y les decía
Compañeros muchas gracias
Yo lo viví y se hacían bromas de esto