Carta para la Adina de 25 años
¿Debe una mujer trabajar fuera del hogar y crear una vida financiera independiente? No puedo creer que sigamos teniendo esta discusión... pero aquí mi opinión.
Para las mujeres que SUMAn
Pocas cosas demuestran más la avanzada edad de una persona como el empezar un texto con historias de su juventud (más cuando en esa juventud no existían celulares y menos teléfonos inteligentes, el internet era dial-in, Google no había nacido y por Inteligencia Artificial nos referíamos a alguien que copiaba en un examen).
Pero ahí les va. Me remonto a la historia antigua.
Empecé a trabajar a los 25 años, acababa de terminar mi maestría ya con dos hijos pequeños. Me contrataron como analista, el nivel más bajo en la cadena alimenticia del sistema financiero, en una casa de bolsa. Horas largas, talacha abismal, jerarquías a las que tenía que rendirme.
Fue un hecho insólito en mi entorno. Venía yo de una posición, sin duda, acomodada en donde la mujer trabajaba si se necesitaba (incluso en muchas familias en donde un segundo ingreso hubiera sino importantísimo, la mujer se quedaba en casa); estaba yo “bien casada” (WTF quiera decir eso) con un marido que iba a proveer y protegerme hasta que la muerte nos separara.
“Por qué no te vas más días de vacaciones” Porque no tengo días disponibles.
“Por qué no puedes venir a comer” Porque salgo tarde de la oficina y prefiero aprovechar ese tiempo con mis hijos.
“Por qué no te desvelas entre semana” Porque me tengo que levantar muy temprano.
“Por qué no vas a ir al ________ (inserte evento de mamás en la mañana)” Porque es horario laboral.
“Por qué tu marido va al super” Porque sí.
Y podrá haber parecido que mis respuestas, cortas, concisas y contundentes, demostraban una seguridad absoluta en mis decisiones pero, la verdad, es que la culpa me ha carcomido cada día (y cada insomnio de madrugada) durante los 25 años en los que he trabajado.
¿Estaré haciendo lo correcto? ¿Tengo mis prioridades en orden? ¿No estaré jodiendo a mis hijos? ¿Seré demasiado ambiciosa… narcisista… ideática? ¿No debería hacerme tiempo de tener un mejor manicure?
¿Qué me sostuvo en mi camino? Unos hijos maravillosos que me han demostrado, una y otra vez, que madres felices, independientemente de sus decisiones, crían hijos resilientes y exitosos y una red (esposo, papas, familia) insuperable en su ejemplo (¿Conocen a mi mamá?), apoyo e incondicionalidad.
Pero la culpa es la culpa. Y vaya que culpa tenía.
Me hubiera quedado atorada en ella si no hubiera sido por algo que pasó hace unas semanas…
Tuve una cena con algunas amigas, todas habían tomado decisiones de vida diferentes a las mías (nadie trabajaba fuera del hogar). Éramos un grupo lo suficientemente grande como para que hubiera diferentes experiencias, pero lo suficientemente chico como para poder platicar en intimidad.
Entre tragos y temas banales llegamos, por alguna razón, al tema del papel que el dinero juega en la pareja y en la vida de cada una.
Todas las historias que contaron me dieron terror.
Dependencia económica que incomoda (como si fueras la eterna hija de tu marido), relaciones fatales que sobreviven porque no hay salida económica, familias con serias precariedades que podían haber sido solucionadas con un ingreso adicional, vidas en donde una mujer no puede hacer trámites básicos por miedo y por sentirte incapaz, viudeces que sorprendieron y dejaron vidas pasmadas, violencia física y emocional.
No podía yo hablar del shock.
Me daban ganas de llorar al oír el dolor y la impotencia de gente que quiero. Pero, también, tenía ganas de pararme, levantar los brazos en señal de victoria y gritar “SIIIIIIII, Bravo por mí”.
Porque, después de 25 años de dudas, me di cuenta de que las decisiones que tomé fueron las correctas.
Porque el trabajo no sólo me dio independencia económica y la posibilidad de dejar una relación en donde no hubiera querido estar sino, también, la dicha de formar una mejor relación de pareja, una de iguales.
Además, me dio la capacidad de aprender a valerme por mí misma en el mundo, en trámites chicos y grandes, y me quitó el miedo (o por lo menos me acostumbró) a los cambios y a lo desconocido.
En estos 25 años, desde que yo empecé mi vida profesional, la relación de las mujeres con el trabajo y el empoderamiento financiero, sin duda ha cambiado. Veo a las nuevas generaciones con admiración pero México sigue siendo el país de la OCDE en donde menos mujeres casadas trabajan, en todos los niveles de la pirámide socioeconómica. No tiene que ver con la riqueza de las familias (al contrario), tiene que ver con una idiosincrasia anacrónica de hombres y mujeres. Y esto lo tenemos que cambiar.
Así que me gustaría dar un consejo desde mi experiencia (oooootra manera de demostrar mi edad avanzada):
Queridas mujeres de 20, 25, 30, 35 NO LO DUDEN, trabajen, sin culpa. Creen una vida financiers independiente lo “necesiten” o no. Trabajen. Aprendan de finanzas y de inversión. Hagan ustedes sus trámites, formen un historial crediticio, hagan cosas que les den miedo, hagan cosas difíciles. Capacítense constantemente en aptitudes y conocimiento.
Así estén casadas con el príncipe azul (esto muy seguido se decolora), siempre tengan una estrategia de salida; aún con el hombre más generoso y maravilloso, compartan las responsabilidades y la vida financiera.
Queridas mamás de niñas y adolescentes, enseñen, eduquen y orienten a estas jóvenes mujeres a que lo hagan y desde chicas no conciban otra manera de vivir la vida.
Querida Adina de 25 años ¡te felicito! ¡gracias! Tomaste las decisiones correctas. Te hubieras ahorrado la culpa y los insomnios y la gastritis pero, esto, esto lo hiciste bien.
Atentamente,
Adina de 50 años
Para los curiosos… Esta es la Adina de 25 años.
Querida Adina! Yo también fui muy criticada por trabajar fuera si “no tenía necesidad”. Eso
Fue hace muchos años cuando las mujeres no hacían .nada. Fui docente durante 17 y fui muy feliz. Ahí te conocí en la Tarbut. De ahí trabaje 22 años en un Montessori.
A esa edad me tuve que jubilar para cuidar a
Mi marido con Alzheimer y mi mamá con demencia senil.
A los pocos meses fallecieron los dos. Y yo no me quise quedar en mis casa como las otras señoras y tomé un curso de joyería artesana de plata y piedras semipreciosd y a los 10 años de trabajar así , la atritis me
Marco otro camino porque ya no tengo mucha fuerza en las manos.
Luego hice pasteles y pasteles para perros y actualmente hago y vendo jabones artesanales.
Durante la pandemia me puse a estudiar Francés, Italianano, Alemán y Húngaro.
Tengo 85 años y he tenido una vida plena con cuatro hijos y seis nietos!!
Hola cómo todas las semanas. No dejas de sorprenderme.
Ojalá no solo dirijas tu carta a las mamás. También los papás tenemos la OBLIGACIÓN de. Enseñar,educar y orientar a nuestras hijas.
Siempre he pensado que la mejor versión de todas las mujeres debería de ser la independencia financiera.
Saludos