Mucha gente piensa que los judíos (incluso los muy pro Israel) somos inmunes al dolor y a la tragedia en Gaza. Peor aún, otros piensan que nos alegra o nos da un placer morboso ver las escenas de guerra. Se lo merecen… se lo buscaron… que se aguanten…
Más equivocados no podrían estar.
Y no, no conozco a todos los judíos como para hablar por ellos pero de la gente que yo frecuento, en mi círculo inmediato y más alejado, no conozco a ninguna persona que en este momento sienta ningún tipo de placer o consuelo por lo que está ahí pasando.
La guerra es horrorizante.
Incluso ver las escenas de los terroristas de Hamas muertos o aprehendidos (que son la máxima escoria del universo) no me causa ni medio placer. Me da un poco de tranquilidad que los estén abatiendo (por nosotros y por el mundo) pero no hay ni un ápice de sentimiento de felicidad.
La religión judía está basada en dos principios universales. No importa el país, la corriente ideológica o el nivel de religiosidad, estos son la base de todo lo que pretendemos ser (no, no siempre nos sale):
El primero es el concepto de Tikun Olam, reparar el mundo. Y no, la frase no es Tikun Olam Yehudi (reparar el mundo judío) es Tikun Olam punto. Reparar el mundo para todos. Hacerlo mejor. Dejarlo un poco más recogido y habitable y justo. Actuar para y por el prójimo.
El segundo, es el mandato de Picuaj Nefesh, el cuidado del alma y de la preservación de la vida que sobre-manda a cualquier otro precepto. La vida humana es lo más sagrado que existe en el judaísmo. Nuevamente, no es Picuaj Nefesh Yehudi (salvar la vida del judío) es Picuaj Nefesh punto. Consagrar la vida de todos ante todo.
La guerra, cualquier guerra, da al traste con estos dos principios fundamentales de la vida judía. Aun con todas las precauciones humanitarias que toma el ejército israelí en sus ataques, la guerra es una mierda. Se muere gente, hay hambruna, se destruyen ciudades enteras y futuros completos.
Es vomitivo.
Mucho he leído, de los antisionistas con tufo escondido de antisemitas, que los judíos hemos pasado de ser víctimas a ser victimarios. O sea que, de alguna manera, esta guerra nos está morbosamente reivindicando o que está demostrando lo que “realmente” somos. Que estamos infringiendo a Gaza lo mismo que los Nazis nos hicieron (vean todas las marchas con carteles de Swasticas), que queremos vengarnos sin raciocinio alguno.
No. Nada podría estar más equivocado.
Los judíos no estamos pasado de víctimas a victimarios, estamos pasando a defendernos para dejar de ser calcinados, violadas, masacrados y triturados a muerte.
Y no, Israel no es para nada perfecto y ha cometido mil errores a lo largo de la historia. En un conflicto de 75 años es IMPOSIBLE hablar de nadie impoluto, ni de buenos y malos. Muchas veces he dicho que Netanyahu no sólo debería ser reemplazado como primer ministro, debería ser juzgado y excomulgado (esta es sólo opinión mía).
En esta tragedia de errores existen pocas “verdades universales” una es que las consecuencias de la guerra son horrorizantes. Y nadie nadie nadie está feliz o a gusto o es inmune a la tragedia.
Me duele Gaza. Y mucho.
Mi dolor por Gaza no empezó en el momento que empezó la ofensiva del ejército israelí contra Hamas (que es cuando todo el mundo y las redes sociales empezaron a preocuparse y a manifestarse), es mucho más profundo.
Me duele Gaza por la guerra y la muerte y el hambre y la destrucción.
Me duele Gaza por el envenenamiento que Hamas (y los grupos jihadistas) han alimentado a generaciones enteras. Haciéndolos mamar odio desde la cuna. Me duele Gaza porque quien se cría con odio pierde toda la posibilidad de empatía y de distinguir entre el bien y el mal.
Me duele Gaza porque sus ciudadanos, especialmente mujeres y niños, son usados como escudos humanos y carne de cañón para hacer un statement mediático y político para ganar quién sabe qué. Mujeres y niños y ancianos son los primeros en la línea de fuego. Me duele Gaza porque lo único que NO le interesa a su gobierno es salvaguardar la vida de la gente que dice representar. Para ellos un palestino muerto (especialmente si se viraliza en Tik Tok) vale más que cualquier lucha por la vida.
Me duele Gaza porque los palestinos se han vuelto la ficha de cambio y de lástimismo de todos los países árabes contra el mundo occidental. A Irán, A Siria, A Jordania y a Egipto, que son buenísimos en abogar por la causa palestina, les vale una pura y dos con sal el bienestar de los palestinos. No les dan albergue, no los ayudan a prosperar, no son la voz de la razón ante la manipulación de Hamás. Les importan los palestinos sólo por el valor político y de intercambio que les pueden sacar en los organismos internacionales.
Me duele Gaza porque sus líderes (que desde la salida de Israel en el 2007 han tenido libertad absoluta de acción), han malversado una billonaria cantidad de los fondos que reciben de la comunidad internacional con fines de progreso, a sus bolsillos personales. Me duele Gaza porque esos mismos líderes, desde la comodidad de Doha, construyen túneles de guerra en vez de plantas purificadoras o eléctricas. Me duele Gaza porque el dinero para las escuelas, se gasta en misiles que, irónicamente, son lanzados desde las escuelas. Me duele Gaza porque esos robos no sólo son de bienes presentes sino que han robado a los palestinos la posibilidad de un futuro de progreso y, con ello, la posibilidad de paz.
Me duele Gaza no sólo por la masacre del 7 de octubre hacia nosotros, sino por las décadas de masacre hacia ellos mismos. Los abusos contra las mujeres, contra la comunidad LGBTQ, contra quien osa alzar la voz.
Golda Meir una vez dijo una frase que retumba en mis oídos todos los días:
“We can forgive the Arabs for killing our children. We cannot forgive them for forcing us to kill their children. We will only have peace with the Arabs when they love their children more than they hate us”.
Podemos perdonar a los árabes por matar a nuestros niños. No los podemos perdonar por hacernos matar a los suyos. La paz sólo existirá cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros.
Eso es muy, muy, muy doloroso.
Era pequeña cuando Golda Mier era una de las mujeres más admiradas y quizás hasta temida por su inteligencia.
Las palabras que nos compartes de ella encierran la mayor Sabiduría.
Cuando siembra uno, odio en los corazones de los niñ@s, no hay futuro de paz y como dijo Jesús, quien corrompe a los niños mejor debería atarse una piedra al cuello y lanzarse al río.
Me duele Gaza, me duele Ucrania, me duelen los países africanos y los sudamericanos en dónde hay Guerra, Muerte, Desolación y sobre todo los niñ@s que crecerán con un corazón inundado de Maldad.
Qué tú alma sea bendecida siempre.
Cuando pienso en el dolor por Gaza ,cosa que a todos nos sucede en menor o mayor grado de introspección, pienso en la anécdota del escorpión al que el sapo ayuda a cruzar un río:
Finalmente él ASUME ser escorpión, después de haberlo picado mortalmente, y a quien tiene él frente a si es un SAPO
Todos conocen la historia , El sapo muere pero su misericordia salvó al escorpión.