Si hace una semana me hubieran preguntado que es Limassol, les hubiera dicho que una crema para quemaduras (si señora, póngale a su hijo Limassol tres veces al día).
Hoy se ha vuelto la palabra central de mi vida. He googleado sus coordenadas, sus fronteras, su situación, su población, su tasa de crímenes, su comida típica…
Verán, Limassol es el puerto principal de Chipre. Puerto seguro. A donde mi hijo está siendo evacuado desde Israel para poder regresar a casa. Y por casa me refiero al lugar en donde su madre (léase yo) lo pueda abrazar hasta aplastarlo y darle besos hasta asquearlo.
Él estaba en Israel haciendo prácticas de negocios cuando estalló la guerra. Esta guerra que no es igual a todas las guerras que ha enfrentado el Estado Judío. Él se quería quedar a esperar que la guerra acabara y seguir con su trabajo. Ni el gobierno israelí, ni sus padres le dieron permiso.
Salir por aire es un riesgo (los misiles no cesan), salir por Jordania o Egipto no es lo más logísticamente lógico para un grupo de jóvenes judíos. La opción era por mar. A Limassol. 12 horas en barco. 43,200 segundos de angustia (más lo acumulado desde que empezó la guerra).
Y además de la angustia que me carcome, está el sentimiento de culpa.
Culpa por los que se quedan en un lugar en guerra. Por la suerte de sí poder sacar a mi hijo y que otros no. Y ojo, no estamos hablando de una situación funesta, pero sí de una BASTANTE delicada y para la que no se vislumbra un final.
Culpa por los que no pueden salir, por los que se quedan. Por mi tía, por mis primos. Por Luis mi amigo que tiene la mejor taquería del mundo en Jerusalém. Por Tarek el chofer árabe que me ha acompañado en todas mis aventuras y que, a pesar de ser árabe, tiene el mismo riesgo que todos los demás. Por Yurek, el doorman ruso del hotel en donde siempre me quedo que cada vez que regreso me recibe con una nueva palabra en español.
Angustia por la gente que conozco y que quiero. Por mi gente y mis lugares. Que no son míos, pero sí son míos. Dolor por todos los civiles en todos lados.
Porque soy mexicana de hueso colorado pero parte de mi corazón, de mi esencia, de lo que soy, está en Israel. Es la bendición de ser judía, puedes querer y pertenecer a muchos lados. Tener muchas fidelidades. Muchos gozos y, por consecuencia, en este momento, mucha angustia.
Por que sé que aun cuando mi hijo está camino a casa hay muchos muchos otros que no tienen hoy un puerto seguro.
🙌🏼🙏🏼🙌🏼🙏🏼🙌🏼🙏🏼🙌🏼🙏🏼🙌🏼 Que regresen todos con bien a casa y los llenen de besos y abrazos ❣️❣️❣️❣️❣️
Querida Adina, que tu hijo y todos los que han tenido que salir forzados por esta caotica situacion regresen a sus hogares con salud y sin contratiempos!!!!
Entiendo perfectamente tu sentir y preocupacion
Tengo a toda la familia de mi hermana que nacieron y viven en Israel, y lo unico que puedo hacer es rezar por ellos y por todo AM ISRAEL, Jayalim, Judios, Musulmanes, Catolicos. Drusos,que Hashem los proteja y guarde con un manto de LUZ. AMEN Y AMEN, SHABATH SHALOM UMEBORAJ