El día de mi juicio final o de lo que sea que haga Dios para determinar si me iré al cielo o al infierno, los arcángeles me pedirán que relate el recuerdo más preciado de mi maternidad.
Y sonará en el fondo música de violines y relataré la primera vez que vi los ojos de mis hijos o la primera vez que me dijeron mamá o los días soleados en los que corríamos sobre los campos de flores.
OBVIOOO NOOOO
El mejor recuerdo de mi vida como mamá fue en medio de una tormenta, en un Kentucky Fried Chicken con música de banda y una botarga de pollo.
Sí, damas y caballeros, una botarga de pollo. Leyeron bien.
Debió haber sido el 2002. Tenía yo el pelo castaño normal, una hija de 6 años y un hijo de 4.
En alguna diligencia casera nos agarró tremendo aguacero y nos refugiamos en un Kentucky Fried Chicken.
Evidentemente no fuimos la única familia refugiada. Decenas de niños y papas comían pollo y biskets,
A los empleados se les ocurrió la brillante idea de sacar una botarga de pollo, poner música de banda y hacer concursos para entretener a los niños.
Gran idea. Sólo para los niños bien coordinados y ganadores.
Mis retoños eran muy enjundiosos y participativos perooooo la coordinación y habilidades físicas todavía no eran lo suyo. Ellos pensaban que sí, pero no.
“Uno juego de lápices de colores para el niño o niña que salte más alto”
Mis hijos participaban. Perdían.
“Una camisa de pollo para el niño o niña que haga más abdominales en 1 minuto.”
Mis hijos participaban. Perdían.
Y así, concurso a concurso, veía como sus caritas se empezaban a apagar y se aguantaban las lágrimas al ver a los otros niños ganarse los lápices, las reglas, los cuadernos, las t-shirts, los vales, los vasos conmemorativos…
Hasta mis porras de “ustedes pueden… la próxima ganan”, empezaron a flaquear.
Como a la hora empezó a bajar la lluvia.
“Y este último concurso es el más especial. Una ejemplar de cada uno de los premios a la mamá que más sexy baile con Chicky la botarga.”
Mis hijos me voltearon a ver.
Yo voltee a ver al techo.
Salimos del restaurante con una canasta llena de los lápices, las reglas, los cuadernos, las t-shirts, los vales, los vasos conmemorativos…
Mis hijos brillaban.
JAJAJAJAJA, me mataste. Y me vi ahí mismo haciendo lo mismo que tu. Gracias por la carcajada y volver mi mente a tiempos atras!
Ahora uno de mis recuerdos más preciados será cuando los otros papás (los cuales esperamos pacientemente que termine la clase de parkour de nuestros hijes) me voltearon a ver por la carcajada que solté al leer esto.