Espero mis papas no lean esta columna porque aun a mis 50 años me da pena hablar de sexo o fumar enfrente de ellos.
Voy a empezar con un chiste subido de tono (mientras me fumo un cigarro).
Sorry, ma. Sorry, pa.
Llega el ginecólogo con una señora y le dice: - Señora su hija soltera está embarazada.
- ¿Cómo puede ser Doctor? Es imposible. Mi hija es una mujer virgen y decente. ¿Pudo haberse quedado embarazada por una alberca?
- Sí, pudo haber sido.
- ¿ Pudo haber quedado embarazada por un columpio?
- Sí, pudo haber sido.
- ¿Pudo haber sido por unas sábanas sucias?
- Sí, señora, pudo haber sido… Pero de que cogió, cogió.
Pienso en este chiste leyendo todas las teorías sobre la aplanadora electoral en contra de la oposición.
¿Pudo haber sido una elección con mano negra? Sí, pudo haber sido.
¿Pueden haber ciertas casillas con serias irregularidades/fraudes? Sí, pudo haber sido.
¿Pudo haber sido un suelo disparejo en toda la contienda electoral? Sí, pudo haber sido.
¿Pudo haber sido por el gasto en programas sociales populistas? Sí, pudo haber sido.
Pero, pongamos los agravantes que pongamos, no hay manera simple de justificar la debacle. El triunfo en la presidencia fue 2 a 1. Las cámaras se fueron. Las gubernaturas también.
Sería más fácil y cómodo decir que fue fraude a enfrentar la realidad que HOY la oposición tiene que enfrentar, que entender y que solucionar.
Y ojo, me queda claro que fue una elección completamente inequitativa por la coerción, directa e intangible, del gobierno pero no nos perdamos en ver la paja en el ojo del oficialismo y no la vara en el ojo propio.
Hay dos verdades mucho más profundas e incómodas que explican el triunfo avasallador del domingo: México es un país con una pésima oposición política y una pobreza y desigualdad abismal que no entendemos, a veces ni siquiera vemos.
Primero, y hablando de los políticos, NO de la de la sociedad civil (a ellos todos mis aplausos): Tenemos una oposición política banal, incapaz y sólo pendiente de sus beneficios particulares.
Puede ser que Morena y sus políticos sean iguales pero ellos tenían el sartén por el mango, a ellos había que vencer. Nosotros éramos los que teníamos que hacer las cosas de manera diferente y efectiva.
La alianza del PRI y del PAN fue un esperpento (excluyo al PRD que estaba más debilitado y que, haiga sido por lo que haiga sido, tuvo una actitud más decorosa en el proceso).
Nunca se comprometieron a la alianza, siempre buscando, como ladillas, encontrar el beneficio propio a costa del bien común, a costa del país. Con sus dichos, con sus hecho. Con sus líderes, con sus candidatos. Alito y Marko, ambos conocidos por sus apodos de niños chiquitos, le hicieron honor a su tamaño. DIMINUTOS Y PUERILES.
No en balde fue una candidata no afiliada a ninguna de ellos, la que logró la candidatura. Xochitl los rebasó mientras tenían la cabeza en la cola… o en las arcas.
En la realidad ninguna elección se gana sólo con el candidato, la mercadotecnia o las propuestas, se necesita de un apoyo y una estructura partidistas que negocie con intereses fácticos y que haga cabildeo y política. El PRI y el PAN hicieron poco o nada al respecto. No arriesgaron su posición por no perder beneficio personal.
Esta elección era una para “morirse en la línea”, los dirigentes de la alianza se quedaron chorcheando en la línea de salida.
Basta ver como iba vestido Alito Moreno (el presidente del PRI, uno de los hombres más importantes en la Alianza Opositora) el día de la elección. Una camisa roja (cuando el color común era el rosa) con ALITO escrito en letras enormes. El estado soy yo. Lo que importa soy yo. No la candidata. No la alianza opositora. Ni siquiera la candidata. No México. Es el PRI. Soy yo.
El ego de los intereses privados o unipartidista como hilo rector de la alianza.
Así ni cómo.
El segundo punto es que, una vez más, queda claro que no entendemos lo que no entendemos. Ni políticos, ni muchos ciudadanos.
No entendemos que en este país hay 50 millones de pobres y que asumir que la lógica de su voto, es la misma que la nuestra es un error. Pobreza en todo el rango de la palabra.
Sí, la gente vota por que tiene programas sociales. Sí, la gente vota por las dádivas. Sí, la gente vota por el desahogo presente. No tienen el privilegio de pensar en el futuro.
Criticar o ningunear a los votantes de Morena es una falta de respeto. No podemos opinar de ellos porque si no has tenido hambre, no entiendes el hambre.
Porque si no tienes nada que perder, sigues los espejismos.
Porque el futuro no lo dimensionas si estás sufriendo en el presente.
Porque las decisiones políticas se toman en el estómago. No por los sentimientos sino por el hambre o el miedo.
El pensar que les les preocupan los financieros de Pemex o la tala de árboles del tren Maya es lo que nos tiene hoy en donde estamos.
A la gente le importa lo inminente y lo cotidiano. Por eso votan.
Esos son los electores a quienes hay que ayudar y de los que hay que buscar el voto a partir de soluciones.
Morena no da soluciones, da espejismos y paliativos. La oposición no tuvo ni para eso.
Triste un país en donde el gobierno compre acarreados y votos, pero más triste un país en donde la gente se deja acarrear y venda su voto para llenar la panza o porque esa es la única dinámica que han aprendido.
Triste un país en donde la encumbrada oposición circule una propuesta para dejarle de dar propina al “viene viene” o al mesero o al cerillo del super porque votó por Claudia y “que se aguanten lo votado”. ¿Desde que altura ignorante juzgan a la pobreza ante la que, en otros momentos, son ciegos? ¿Bajo qué crueldad generalizan y fustigan con el látigo de su desprecio, digo el látigo de sus 10 pesos?
Y aquí es donde el punto uno (oposición política diminuta) y el dos (la pobreza) se juntan.
Hasta que la Oposición y la ciudadanía no crezcan a la altura de lo que este país necesita, de lo que México necesita, no vamos a llegar a ninguna parte.
Ese México al que le urgen gobernantes que realmente den soluciones reales de corto Y largo plazo (porque me queda claro que Morena NO las tiene).
Ese México al que le urgen clases medias y altas medianamente empáticas e inteligentes.
Hasta que la oposición, política y civil, no esté a la altura del entendimiento de circunstancias, las elecciones del 2024 no serán las únicas que estén perdidas.
Querida Adina, me gustaría comentarte. Necesitamos ver a los otros como iguales, dejar de vernos a través de las redes sociales. Conocernos en persona, reconocer que todos le chingamos al parejo para sacar a nuestras familias adelante (los fifis y los chairos); que trabajamos de sol a sol, que el gobierno no soluciona, pero juntos podríamos solucionar más.
Comprando al nacional, educando al que lo necesita, dando lo que sabemos hacer por la comunidad terapia, arte, lectura, matemáticas, educación financiera. Reconociendo que somos lo mismo y trabajamos para el mismo país.
Buscar coincidencias en vez de diferencias. La mejor coincidencia es que somos Mexicanos y que ningún político nos va a salvar. El pueblo (Clase alta, media y baja) somos más que un puño de políticos.
@clanorena
De lo más sensato que he leído en estos días. Rescato algo del “pensar optimista” de lo que dijo Enrique Krauze en la entrevista que le hizo Loret el 5 de junio, más menos que de la marea rosa podría realmente salir una oposición activa y que entienda y dé cauce a esa fuerza ciudadana que constituye a esa gran minoría (por supuesto excluyendo a quienes pretendan encender odio y “revancha”).
Al igual que tú, coincido que hasta que no estén (estemos) a la altura de lo que el país realmente necesita, no llegaremos a ninguna parte deseable.
Feliz introspección empática a México, esperemos con misericordia y, como anotó también Krauze, concordia.