El 7 de octubre del 2023 murieron más de mil judíos en Israel.
Nació uno.
Yo.
Ahí entre las ruinas de los kibutzim deshechos y entre los gritos de “maten a los judíos” en muchas de las ciudades del mundo, encontré mi judaísmo.
Antes me sentía judía. Ahora soy.
No sé como transmitir esta sutil diferencia de mi reencuentro con el judaísmo. Me visto igual, me levanto todos los días de la misma manera, miento madres con la misma facilidad e intensidad y, aún así, soy otra persona. Más consciente y orgullosa del papel que el ser judía tiene en mi vida.
Mi reencuentro con mi parte judía es una victoria pírrica tomando en cuenta todo lo perdido. Una minúscula ganancia que no hace ningún cambio en la historia milenaria del pueblo judío, pero ha hecho un cambio radical en mi vida.
En mi sentido de pertenencia. En mi sentido de acción y compromiso.
Y no, no soy ahora kosher. Y sí, sigo rompiendo 9 de los 10 mandamientos.
Pero nunca me había sentido tan judía. Tan hermanada con todo lo judío. Tan cerca de Israel (temas políticos debatibles en otro texto).
Un judaísmo de pelo rosa.
Leo al rabino Sacks mientras me pintan el pelo. Uso Wikipedia para aprender sobre el Lubavitche Rebe. Analizo la perashá de la semana googleando en Shabat. Me tatué un tzion en la mano izquierda. Mi momento favorito de la semana es ir a rezar al templo los viernes en la tarde y oír la prédica del Rabino Shai. Tengo el pelo rosa y el corazón azul. Cajol be Varod.
Podrá parecer un judaísmo raro, contradictorio y probablemente causa de infarto para muchos judíos tradicionales. Pero aquí y así encontré mi pedazo de cielo.
Hoy trato de platicar con judíos de todos tipos y niveles de religiosidad, que por más alejados que estén de mi ideologicamente, nunca los he sentido tan cercanos. De escucharlos, de entenderlos, de encontrar las similitudes y no enfrascarme en las diferencias.
Un judaísmo de acción retardada. Me tomó 50 años fortalecer mi convicción y conexión con el pueblo judío.
Un judaísmo peculiar y muy personal pero, sin duda, una guía clara en mi vida.
Un judaísmo que no necesariamente es de religiosidad, sino de “peoplehood”. De hermanarnos, no a pesar de las diferencias religiosas, sino precisamente por ellas.
Este neo-judaísmo me está encaminando a hacerme preguntas y a aprender. No he encontrado ninguna respuesta. Pero eso es lo que es el pueblo judío: el pueblo del cuestionamiento y de las perplejidades, no es el pueblo de las certezas. Somos el pueblo del constante aprendizaje, no de las verdades absolutas.
Y no, no sé si creo en la existencia de D-s pero NO ME QUEDA LA MÁS MÍNIMA DUDA en que creo fehacientemente en el pueblo judío: Creo en nuestra sabiduría milenaria de la que trato de aprender (Hilel, Rambam, Spinoza, Kaplan, Sacks, Schneerson…) y que ha guiado el pensamiento moderno mundial.
Creo en nuestra conexión unos con los otros, en nuestra solidaridad, en nuestro compás moral.
Creo en nuestro compromiso por mejorar el mundo que nos rodea y en nuestra capacidad de conectar y ayudar a nuestros semejantes (judíos y no). Creo, sin lugar a ninguna duda, en la tenacidad del pueblo judío de salir adelante, de vencer a los que nos quieren muertos. De perdonar. De resolver. De encontrar convergencias entre las diferencias. De, eventualmente, buscar la paz.
Mucha gente, judía y no, cercana y en redes, me pregunta si este nuevo camino en mi vida no se me hace un poco dramático y ridículo. Si hablar tanto de judaísmo no me va a quitar punch, si no es un judaísmo demasiado raro, si no me va a hacer ajena a la gente del mundo no judío al que también pertenezco y amo.
¿Por qué te comprometes tanto? ¿Por qué escribes tanto del tema? ¿Por qué sufres tanto las muertes que están pasando a miles de kilómetros de distancia? ¿Por qué te angustia tanto el antisemitismo cuando México es relativamente tranquilo? ¿Por qué te lo tomas tan personal?
No lo había podido explicar. El porqué del cambio a raíz de la tragedia. ¿Necesitaba esta catástrofe para encontrarme?
Llevo tres meses justificando ante los demás y justificándome a mí misma este nuevo camino emocional.
Hoy me doy cuenta de algo.
Qué suerte tengo, que bendita suerte tengo, de haber encontrado un camino, un resguardo. Una causa por la que estoy dispuesta a alzar la voz sin tregua y actuar sin cansancio. Que suerte tengo de poder vivir hoy mi particular judaísmo-de-pelo-rosa a flor de piel, disfrutándolo y, también, porque así están los tiempos, sufriéndolo.
Ojalá y todos tengan la suerte de encontrar algo así en lo que creer.
Mi corazón, sin ser judío, se tiñe de azul para acompañarte a ti y a toda la comunidad judía en estos momentos de profundo dolor. Abrazo tu fuerza, tu orgullo y que lo vivas así, intensamente 🩵.
Felicidades Adina por esto que escribes, soy una no judía que admira mucho al pueblo judío