A estas alturas del partido, cuando digo en mi casa que me voy a Israel, a visitar un país en guerra, quizás la guerra más cruenta y larga de su historia, ya nadie se sorprende.
Esta es la tercera vez que voy desde el 7 de octubre, creo que en mi familia ya se cansaron o se acostumbraron. Las primeras veces que viajé, la angustia e incredulidad eran palpables, ahora sólo me dicen cuídate, no hagas locuras.
También YO viajó con una actitud diferente. No porque las cosas estén mejor (es más, bélicamente creo q están mas complicadas que nunca) sino porque creo que me estoy acostumbrando a las complicaciones del viaje.
La primera vez que viajé, 20 días después del atentado, dejé un archivo en mi computadora con mis claves secretas y lugar en donde podían encontrar mi testamento, por si algo me llegaba a ocurrir; lleve pilas del celular con capacidad militar, una maleta de emergencia para llevar conmigo 24/7, un kit en caso de algún ataque y puros zapatos para poder correr rápidamente al miklat (refugio) en caso de ser necesario.
Esta vez desconecté mi computadora, voy con mi equipaje normal y con zapatos mas “monos” (o sea incómodos); si tengo que correr a un miklat o me quedo sin energía eléctrica ya sé que no pasa nada… o que pasa pero que se puede sobrevivir.
Es la única manera mental de viajar a Israel hoy. Esperando lo mejor, sabiendo que puedes encontrar lo peor.
Y ojo, me queda claro que a pocos kilómetros de donde voy a estar paseando hay una tragedia ocurriendo. Porque eso es innegable, las guerras son una tragedia para todos los civiles involucrados, que no quiero minimizar el hecho.
Lo que para mi son viajes de descubrimiento, para otros son una guerra.
¿Por qué voy? ¿Por qué voy por tercera vez?
Voy porque, honor a quien honor merece y hablando de asuntos fenicios, tengo un marido que financia esta necesidad de entender en persona lo que ahí pasa.
Voy porque sigo teniendo mucho que aprender de la situación, de ambos lados de la batalla. Tratar de entender cosas que sólo se puede hacer en el lugar de los hechos. Respirar el ambiente, platicar, ver, sentir. Para no ser una analista más que escribe lo que lee o que repite lo que otros dicen.
Voy porque tengo ahi familia muy cercana a la que amo y a la que, irónicamente, estos tiempos me han acercado. Una bendición entre esta locura.
Falta que mande un mensaje de “aterrizo el martes” para que las puertas de sus casas, de sus cocinas y de sus corazones se abran de par en par. “Aquí te esperamos”.
He re-descubierto a esa familia tan geográficamente lejana y que hoy es parte de mi día a día y que nunca había estado tan cerca de mi corazón.
Voy porque tengo un par de juntas de seguimiento (ya escribiré sobre ello) y para seguir conociendo a gente que tenga algo que aportar a mi visión.
Pero voy porque, pero voy porque, pero voy porque… No lo podía poner en palabras hasta hace unas horas que, acabando de empacar, guardé mi libro Fodors (una guía de turismo que uso siempre) y vi el títulos… y todo hizo sentido.
Essential Israel, se llama.
Me queda claro que el libro se llama así no por mi situación emocional sino porque es la versión mas corta de la guía original. Incluye sólo lo esencial.
Pero en este momento el título se me hizo acertadamente metafórico.
Essential Israel.
Israel es, para mi, esencial.
Parte de mi, de lo que soy, de mi historia, de los retos que enfrento hoy (o sea el antisemitismo). Parte de lo que me define… Los judíos estamos inexorablemente ligados al destino del Estado de Israel.
Mucha gente no judía no entiende cual es la liga emocional que muchos judíos (no todos) tenemos con Israel.
A mi misma me cuesta trabajo poner en palabras.
No, no es mi país, soy mexicana de hueso colorado, pero sí lo siento propio.
No vivo ahi, llego y me muevo como turista, el idioma a veces se me traba, extraño mi casa y México cuando estoy ahi.
Pero hay una parte mía que, cuando aterriza el avión, siente que pertenece. Israel a mi, yo a Israel.
Lina Landau, una amiga muy cercana de mis papás y una de las mujeres más pragmáticas e inteligentes que conozco una vez me lo resumió en una frase: “México es el padre e Israel la madre”.
Ambos esenciales en tu formación, en tu entendimiento del mundo, en tú entendimiento de ti mismo; en tu pasado, en tus traumas; en tu futuro, en tu camino.
Así que empaco mis maletas.
Essential Israel, ahi te voy.
Cuídate mucho, eres parte de mi lectura frecuente!
Me identifico. Estuve allá haciendo voluntariado y tuve el honor de charlar con los soldados despues de un asado. Poder agradecerles su gran labor, hacerles patente nuestro agradecimiento como judíos del mundo por lo que están haciendo por todos nosotros y obvio, por defender nuestra tierra.
Al Llegar a Israel el alma lo reconoce y es como "llegar a casa de regreso".
Buen camino