“Lo pojedet?” ¿No te da miedo ir?
Me pregunta uno de los soldados que acompaña al grupo mientras manejamos al Sur de Israel, epicentro de la tragedia.
“No, no creo ver nada que no haya visto en fotos..”
No es lo que vas a ver-me dice con una mezcla de tristeza y furia- es a lo que huele.
Llegamos a Kfar Aza, uno de los kibutzim más sobajados por la tragedia. Un mes exacto después del 7 de octubre. El único 7 de octubre que ha existido.
Hoy es tierra fantasma. No hay presencia civil 7km a la redonda de la zona de Gaza, las ciudades están completamente evacuadas. Sólo nosotros y los soldados.
Venimos en una expedición permitida por el ejército, con casco y chaleco antibalas. Venimos a ver, a ser testigos, como decía Elie Wiessel, por los muertos y por los vivos.
Estamos a dos kilómetros de la frontera, oímos el ruido militar fuerte y claro. Bum. Bum. Bum.
Tenemos el cuerpo blindado. Ojalá alguien pudiera blindar el corazón.
—-
La masacre huela a agrio. Como si estuvieras oliendo vinagre estancada, podrida, quemada. El cuerpo tose y se arquea al mismo tiempo.
Y si, si puedes ver cosas que no has visto en las fotografías.
En Kfar Aza, un minúsculo kibutz, mataron a 58 personas. 17 más están secuestradas. Ninguna, ninguna de las 200 casas NO fue atacada o destruida.
La mayor parte se los coches fueron quemados. La mayor parte se la gente murió acribillada o incinerada (o acribillada Y después incinerada) adentro de sus refugios.
O en sus camas. Los colchones siguen ensangrentados.
Quemadas, balaceadas, saqueadas. Todas y cada una de las casas. Ninguna quedó impune. Todas y cada una de esas casas eran de civiles que aprovechaban su cercanía con la frontera para abogar por la paz. Hacían proyectos sociales para la gente de Gaza.
La ironía que se convierte en coraje que se convierte en impotencia que se convierte en devastación.
El horror detuvo el tiempo. Las cosas que sobrevivieron al ataque siguen exactamente en el mismo lugar. Un recuerdo dolorosisimo de que un segundo antes de las 6:30 am del 7 de octubre, hasta un segundo antes, ahí había una vida. Una vida rica. Una vida plena.
Una carriola en el camino, ahora llena de balas. Unas botellas de cervezas vacías en una mesa. Bicicletas en los porches (o lo que queda de ellos). Una bandera de Israel con la palabra Shalom ondeando en una de las casas que hoy tiene la puerta balaceada y ensangrentada.
Una pelota de futbol que fue lo único que sobrevivió de una casa incinerada.
El horror, hoy me doy cuenta, es algo que puede ser descrito pero jamás puede ser explicado.
No hay foto, no hay imagen, no hay manera de poner en palabras el horror que se ve en Kfar Aza.
Kfar Aza como Alumim como Nir Oz como Revaim como Nova como Sderot como como como como como…
El horror se ve, el horror huele, el horror cala y congela los huesos en el momento que lo ves enfrente de ti.
Y Ahi, en medio del horror, un árbol de flores rojas florece inocuo a la tragedia.
Itgadal be itkadash shemei rabam…
No solo te admiro eres una gran persona
lloré con la última frase