“I can take despair, it’s the hope that is killing me.”
“Puedo soportar la desesperación, es la esperanza la que me está matando.”
-Fania Oz-Salzberg (hija de Amos Oz)
Al conseguir las primeras victorias en la Segunda Guerra Mundial (después de tres años de pérdidas terribles), Churchill dijo su famosa frase: Esto no es el final. Esto no es el principio. No es ni siquiera el principio del fin pero, quizá, sea el final del principio.
No puedo pensar en una frase que describa mejor este momento en el que se anuncia un cese al fuego entre Israel y Hamas. Hoy es el final. Hoy es el principio. Ambos. En diferentes dimensiones. Paralelas. Entramadas.
Es un momento difícil de procesar para todos los que, de una manera un otra, hemos estado tan involucrados en este año terrible y en la historia que lo antecedió. Escribo esto con el corazón en la mano. Deseando con todo mi corazón que haya un Cese al Fuego entre Israel y Gaza, que los rehenes que siguen vivos regresen a sus familias, que todas las familias puedan enterrar a sus muertos; que empiece la reconstrucción. Sé, también, los enormes riesgos que existen con este acuerdo hacia el futuro y, entendiendo que, aun cuando al parecer es un hecho consumado, hay miles de cosas que lo pueden reventar.
No es el acuerdo ideal, de ninguna manera. Finales felices no existen. Para nadie. Ni para los gazatíes, que tienen que reconstruir su país, ni para los lisiados y muertos de ambos lados, ni para la sociedad israelí. El recuento de los daños no tiene ganadores.
Aquellos que hoy gritan “Victoria” tienen que revaluar seriamente lo que consideran victorioso. Hace unos meses escribí que esta guerra tiene, desde su inicio, ganadores y perdedores definidos: nadie y todos, respectivamente,
Pero, hoy existe, después de año y medio, el primer indicio del algún tipo de paz. Me corrijo: el primer indicio de que se van a dejar de sorrajar la madre. Creo que es lo mejor que podemos esperar.
La tragedia de la guerra da lugar a los enormes retos que implica la paz. No sólo se tiene que empezar a hacer la paz con el enemigo, también se tiene que buscar la paz interna en ambas sociedades. Ambas enconadas política y socialmente hasta la médula. Con alas extremistas que han privilegiado el horror a cambio de poder.
Puedo hablar poco de la sociedad gazatí. Pero los retos para la sociedad israelí me quedan claros. Hace unos meses, en una de mis visitas a Israel asistí a una manifestación pro paz. Había un hombre muy mayor con un letrero: ha atid iatjil im tshubam. El futuro empezará con su regreso.
Con el cese al fuego y el esperado regreso de los rehenes (o sus cuerpos) este marasmo en el que se encontraba la sociedad israelí va a acabar. Momento de verse en el espejo. En lo bueno y en lo malo. Mirar los garrafales errores militares y políticos que permitieron el 7 de octubre; mirar las decisiones que se van a tener que tomar en torno a Gaza y al West Bank; mirar los errores militares que se cometieron (y sí, duele decirlo, también los crímenes). Pero, se puede mirar, también, la enorme fuerza y solidaridad de una sociedad que (en su gran mayoría) se volcó a sacar adelante al país ante las peores circunstancias.
Espero que entre los palestinos pueda existir, también, esta reflexión.
Mi adorada prima israelí de quien nunca había estado más cercada, ha sido perfecta al describir el sentir de (buena parte de) la sociedad israelí este año: From sorrow to despair to acknowledging the tragedy. Del dolor a la desesperanza al reconocimiento de la tragedia.
¿Debería estar contenta? Quizá. Como lo escribí cuando mataron a Yahwa Sinwar me siento unconfortably numb. Incomodamente adoremecida. Sé que son buenas noticias y ruego con todo mi corazón por el regreso de los rehenes y el fin de las muertes. Pero sé, también, el enorme costo y riesgo que implican. ¿Estás enojada? Furiosa. Furiosa con los intereses políticos y terroristas (léase Hamas e Iran) que dieron lugar a una tragedia y que fueron incapaces de solucionarla antes.
Para estar contento, uno tiene que ser muy inocente y obviar la realidad del camino que viene.
Quizá sea el final de la guerra. Pero no de la violencia.
Quizá sea el inicio del regreso de los secuestrados, pero de ninguna manera es el final del martirio que cargaran todas sus vidas.
Quizá sea el final de la sangre por no de las heridas políticas, económicas y sociales que habrá que sanar.
Ni fue el principio del antisemitismo mundial, ni este cese al fuego marcará el final. Es un nuevo mundo en el que, como judíos, vamos a tener que aprender a vivir.
Lo que más espero, con todo mi corazón, con ruegos a ese Dios del que a veces dudo pero, que espero que si existe me esté escuchando, es que este sea el principio de un arduo pero constante camino hacia la paz y no el prólogo de otra catástrofe.
We are all so very hopeful that this cease fire will bring home all the hostages… As a mother, I can’t help but think of the small children who were so violently taken. I admire all your posts, your courage to continue to fight for a place of respect for Jews across the world. There is no longer a place in this world for hate, violence and especially anti-semitism . Gracias por escribir y saber plasmar los sentimientos de muchos de tus lectores.
Que así sea 🙏🏼