Tenía yo un tío que era un gran científico, quizá uno de los científicos más reconocidos de México y el mundo. Quito el “quizá”: uno de los científicos más reconocidos en México y el mundo.
No me refiero a “uno de los mejores” como uno habla de la comida de su abuelita, “mi abuelita es una de las mejores cocineras del mundo”, me refiero a “uno de los mejores” tipo ganó el Premio Príncipe de Asturias, el Premio de la UNESCO, fue miembro del Colegio Nacional, descubrió los Moshinsky Brackets, un cálculo matemático que revolucionó la ciencia nuclear; el edificio de la facultad de física de la UNAM lleva su nombre.
Ese tipo de “uno de los mejores”.
Pero, más allá de sus premios en el campo de la física, Marcos era un enamorado de México y del poder de la educación para transformar al país.
Cuando acabó su doctorado en Princeton (bajo la batuta de Nobel, Eugene Wigner) en los 40s, le llovieron ofertas para quedarse a trabajar en los grande departamentos de Física de Estados Unidos y Europa.
Dijo no a todos.
Él se quería regresar a México a ayudar a formar el diminuto departamento de Física en la UNAM. Trabajó hasta el día de su muerte ahí.
Tal fue su impacto, no sólo en la Física en la UNAM sino en la ciencia en México, que en el website de la UNAM lo describe así: “sería muy difícil encontrar otro ejemplo en que una sola persona haya tenido un impacto tan significativo en el desarrollo científico de todo un país.”
Raro además, para un físico teórico, tenía un sentido común impresionante… y una inaudita capacidad para disfrutar un whiskey.
¿Por qué escribo de él hoy?
Evidentemente por todo lo que está pasando en la UNAM y su comunicado de romper relaciones con las instituciones Israelíes.
Es imposible saber que hubiera dicho mi tío Marcos. Cualquier persona que lo conociera sabe que leerle la mente o hablar por él era IMPOSIBLE, incluso peligroso. Genio y figura.
Pero me tomo la libertad de escribir, no lo que hubiera dicho Marcos Moshinsky, sino del ejemplo que nos dejó en su actuar.
Les escribo esto a ustedes, amables lectores, pero sobre todo a los directivos de la UNAM que ojalá lean y se lleven las lecciones del Dr. Moshinsky desde donde esté.
Me imagino que muchos de los maestros, directivos y estudiantes no tienen idea quien fue, aparte de ver su nombre en un edificio.
Así que les platico parte de su genio y su sentido común.
Sobre todo en dos temas:
No era ajeno a la complejidad geopolítica del mundo, judío ucraniano inmigrante a México a principios del siglo pasado, vivió en el mundo de la segunda guerra mundial, de la bomba nuclear y la guerra fría. Un mundo sin duda complejo.
A pesar de esto, o quizá POR esto, siempre vio la educación y la ciencia como la bisagra para crear entendimiento entre los países y las personas.
Sabía que a través del lenguaje universal de la ciencia, que es agnóstico a la política, se podían establecer puentes que después se traducían a otras áreas de la vida humana.
Lo que ha hecho hoy la UNAM es romper la capacidad de establecer esos puentes que podrían ayudar a recomponer una situación, SIN DUDA, complicada y dolorosa.
Y segundo, como buen físico teórico, sabía perfecto el significado de la causa-efecto, de la acción-reacción, de el hacer cosas que tuvieran el efecto correcto para el que estaban diseñadas.
El romper relaciones con las instituciones israelíes NO VA A AYUDAR EN UN MILÍMETRO A LA SITUACIÓN EN GAZA. No va a presionar al gobierno israelí, no va a mover a Hamas y a Irán le vale madres.
La UNAM no pone hoy ningún ejemplo. Hoy la UNAM pierde la capacidad de interlocución y de acción de sus departamentos de ciencia en pro de la humanidad y de la paz.
No sabía como cerrar estas palabras a ustedes, eméritos maestros, directivos y estudiantes de la UNAM.
Hablar que “le deben algo” a la memoria del Dr. Moshinsky es completamente erróneo. Marcos hizo lo que hizo por la UNAM, por México y por la ciencia, por genuino amor a los tres. Era, además, el hombre más desapegado a premios y reconocimientos.
Pero se lo deben a USTEDES.
Deberían seguir las enseñanzas y el ejemplo de un genio con sentido común, en un mundo y la UNAM, en donde tanta falta hacen…
Y sí, mi tío Mara, hubiera calificado esto como pendejadas.
Tío Mara de cuerpo y mente enteros!
Portas el brillo de su ADN!
Felicidades