Decía Shakespeare que “el pasado es prólogo”.
Estoy segura que, aun con todas las tragedias que escribió, Shakespeare nunca vivió un proceso electoral tan violento (en todos los sentidos), complicado y angustiante como el que han sido las elecciones del 2024, pero esta frase describe perfectamente el momento en el que estamos parados.
El pasado es prólogo.
Porque después de que los mexicanos tachemos la boleta, empieza “lo bueno”… más bien lo difícil.
Porque aún con todo el desmadre que fueron las campañas, el país que va a recibir la próxima presidenta, y el trabajo que hay que hacer, es un reto mucho mayor.
El reto de gobernar este México. El real. No el México de los carteles electorales con familias sonrientes.
Porque independientemente de la lectura que la futura presidenta le haya dado a la situación y las razones o pretextos que haya eximido durante las elecciones, el hecho contundente es que México duele.
Duele por estar tan lleno de muerte. Tan lleno de corrupción. Tan falto de oportunidades para todos.
No sé quien vaya a ganar el domingo así que escribo esta carta abierta.
CDMX a 3 de Junio del 2024
Querida presidenta electa, felicidades.
Ganaste la rifa de tigre.
Si pensaste que la campaña fue dura, ahora SÍ empieza “lo bueno”, lo realmente rudo. Gobernar. Cumplir tus promesas de campaña (por lo menos algunas). Porque hay tanto, tantísimo, que hacer por este país y por su gente.
La lista de pendientes urgentes va más allá de aeropuertos, refinerías y de trenes. Incluso más allá de temas tan apremiantes como la inseguridad y el sistema de salud. Empieza con la base fundacional de la democracia.
Esa democracia, la que con todos sus bemoles y tambaleos es tan importante fortalecer. Esa democracia, la de separación de poderes, la de institucionalidad, la de políticos capaces y la de diálogo con la sociedad.
Me queda claro que, a eso de la democracia aún le seguimos aprendiendo. 70 años de priismo no construyeron una democracia funcional, el PAN tampoco y Morena… gluuup.
Pero no hay opción. Ese es el camino. Como decía Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno… a excepción de todos los demás”.
Y sí, hay mucho mucho mucho por hacer en temas de seguridad, de corrupción, de salud y de educación pero creo que todo se empieza por comprometerse con el camino democrático.
Me encantaría que tu primer mensaje a la nación empiece con la promesa de que vas a ser presidenta de todos los mexicanos, no sólo de los que votaron por ti. Que quieres un país próspero para todos. No, no vas a poder quedar bien con todos los ciudadanos, en todas tus decisiones, todo el tiempo, pero el hilo rector debe de ser: o nos salvamos todos o nos ahogamos todos.
Me encantaría que te comprometieras a acabar con la polarización como base del discurso político. Ojo, somos un país que, por las enormes diferencias socioeconómicas, está naturalmente polarizado. No avivemos más la llama con los discursos que ahondan esa herida. Eso no resuelve nada.
Que se cuiden las formas de los discursos. Las palabras importan, los adjetivos calificativos importan. Y sí, todos, en el gobierno y sociedad civil, hemos perdido la civilidad (valga la redundancia) pero ojalá tú puedas poner el ejemplo y retomarla.
Me encantaría que escuches la crítica con tanto interés como escuches las alabanzas y los premios. O con más. Es de la crítica de donde se aprende.
Que le hagas caso a los datos (hay unos, no otros). Que en tu gabinete tengas gente crítica que no quiera quedar bien contigo sino que quiera construir un país a tu lado.
Que recibas a la oposición y que estés en constante diálogo con ellos. ¿La oposición tiene figuras terribles e intereses dudosos? Sin duda (al igual que el partido que estará en el poder). Pero el diálogo entre ustedes es fundamental.
Y también, que recibas y escuches a las organizaciones de la sociedad civil que ven el país como realmente es desde la trinchera y que tienen mucho que aportar al debate y a las soluciones.
Que no veas la critica como un ataque. Que no pierdas, desde el poder, el constante cuestionamiento de tus acciones y decisiones. Que, aun con el poder que da la presidencia, aceptes los errores que cometas (que seguro habrán) y tengas la humildad de recalcular el camino.
La crítica no es complot en tu contra.
Me encantaría ver que se garantice el poder y la seguridad de la prensa. No por nada la llaman el cuarto poder. En teoría en México hay “libertad de prensa” porque todo mundo “dice lo que quiere”pero NO, no la hay. Mientras seamos uno de los países con más periodistas asesinados y mientras se sobaje a los líderes de opinión desde el púlpito presidencial, NO hay libertad de prensa.
Me encantaría que ayudes a construir esa democracia que tanto necesitamos y que, como dije hace unos párrafos, tanto nos ha costado lograr.
Que se garantice y fortalezca, en papel y en hechos, la separación de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el poder judicial. Que seamos un país de independencia y contrapesos.
Que se fortalezcan las instituciones que fortalecen el poder ciudadano y la rendición de cuentas (INE, INAI…) ¿Existen errores y cosas a mejorar en ellas? Seguro. Pero la solución no es desaparecerlas o mermarlas, es resolver sus errores y permitirlas actuar.
Me encantaría ver que en TU gabinete y puestos a designar privilegies la capacidad política y técnica más allá de la fidelidad ciega, los compromisos políticos o el dogma. Que tus contratados tengan el conocimiento y las agallas para tomar decisiones difíciles. Gobernar (no te lo tengo que decir yo a ti) implica tener a la mejor gente, en el mejor puesto, para tomar las mejores decisiones. No las decisiones perfectas, estas no existen. Pero las mejores.
Pero lo que más me encantaría es que en los próximos seis años puedas (dentro de los cientos de pendientes urgentes para el país) construir un ambiente político para que los mexicanos, en las próximas elecciones y en todas las subsecuentes, no votemos por la opción menos mala sino por la mejor. Que no nos guíe el voto de castigo o de hartazgo (como ha sido esta vez) sino la genuina convicción de que estamos construyendo un México mejor.
Ese sería tu legado más importante.
Con todo mi apoyo, seas quien seas,
Adina Chelminsky
Gracias, Adina. Lo que escribes, me inspira!
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