Escribo esto a 10,000 metros de altura.
Una pregunta común cuando vas a Israel es ¿hablas hebreo?
A lo que mi respuesta siempre es “obvio, perfecto”.
Soy la hija pródiga de 15 años de educación en escuelas judías en las que tomé clases de hebreo todos los días, viví en Ashkelon y tengo en Spotify una lista de mis mejores canciones en hebreo que oigo obsesivamente.
Obvio, perfecto.
O eso pienso yo…
El año pasado, de vacaciones en Israel, me dio una alergia y fui a la farmacia.
Había dos colas para ser atendidos: una para gente que necesitaba ayuda en inglés y otra en hebreo.
La primera fila, obviamente, era mucho más larga. Llena de turistas empachados, crudos o sobreasoleados.
Alfredo (que generalmente es la voz de la razón) me dijo: fórmate en la fila en inglés, aunque esperes más, va a ser más fácil.
No, le dije yo, con todo el aplomo del mundo y le repetí la letanía de mi prodigio educativo, mi vida en Askelon y mi lista de canciones en hebreo.
Me acerqué al mostrador y le expliqué al farmacéutico en, mi obvioooo perfecto, hebreo lo que me pasaba y lo que necesitaba.
Después de oir mi explicación me abrió los ojos volteó y sólo me dijo: Be eizo safá at medaberet? Rusí?
¿En qué idioma me estás hablando? ¿En ruso?
Y ahí acabó el mito de mi hebreo perfecto.
Q risa la conversación en la farmacia ... priceless
Yesh li isha, zot Ima shelja…
I love you!!!